Díptico de los duques de Urbino. Piero Della Francesca

En la espectacular Galería de los Uffizi en Florencia, concretamente en la  sala 8 de Filippo Lippi encontramos una de las obras más conocidas del Renacimiento Italiano. El Díptico de los duques de Urbino, dibujado por Piero Della Francesca entre 1467-1472

La obra, restaurada en 1986, figura en la Galería florentina desde 1773 y  tiene una dimensión 47x33 cada panel.  Óleo sobre tabla.
El díptico estaba unido por una bisagra de manera que podía ser abierto como un libro. Pintado por ambos lados, el célebre Díptico de Urbino, antes en la Sala de las Audiencias del Palacio Ducal, llega a Florencia en 1631 con la herencia de Vittoria Della Rovere, última representante de la familia de los Rovere, duques de Urbino, y  esposa de su primo; Fernando II de Medici (16410-1670), el Gran Duque de Toscana.
En la obra se representa a los dos duques de Urbino, frente a frente, siguiendo la  moda en la época humanística se simula el perfil de las monedas clásicas.  La precisión con la que se retrata la fisonomía se extiende también a la de las partes menos estéticas, como podemos ver en la nariz de Federigo, fracturada después de un torneo o una pelea. El perfil izquierdo del mecenas es por fuerza el elegido por el pintor, ya que al duque, un condottieri, un señor de la guerra, un mercenario de profesión, le faltaba también el ojo derecho y tenía una cicatriz que le desfiguraba el rostro.  La duquesa; Battista Sforza, aparece siguiendo los cánones de la moda flamenca; con la frente, alta, muy  despejada y los tocados y las joyas característicos.
En segundo plano se observa el nítido paisaje que se degrada hasta las lejanas colinas del Horizonte y que recuerda las tierras de Montefeltro, domino de los duques, y que es interpretado con una técnica casi miniaturista.


En los paneles del reverso, con una clara inspiración en los Triunfos poéticos de Petrarca,  se muestran a los duques con los Triunfos. Las dos escenas con los carros alegóricos pretenden subrayar los valores morales de los personajes protagonistas. Cada cónyuge está solemnente acompañado en el carro triunfal por las cuatro Virtudes teologales.  La esposa; Battista Sforza, está leyendo concentrada sobre un carro tirado por dos unicornios –símbolo de la pureza y la castidad- cuyas riendas maneja un angelito. La acompañan las Virtudes de la Fe, la Caridad, la Esperanza y la Modestia. El paisaje en el fondo debería ser el de Valdichiana.
El esposo; Federigo, tiene a su espalda la Victoria – simbolizada por un ángel- que le está coronando. Las Virtudes que le acompañan a él son las cardinales: la Prudencia, La Temperancia, la Fortaleza y la Justicia. El lago del fondo ha sido identificado como el Trasimeno.


Recientes hipótesis apuntan a que los dos cuadros del reverso se remontan a una época posterior a los dos retratos del anverso, concretamente  después de la muerte de Battista Sforza que, el julio de 1472 da a luz a Guidubaldo, el ansiado heredero. Que la duquesa ya había muerto cuando Piero della Francesca la coloca en el Triunfo lo indica claramente en la inscripción en latín sobre el mármol de gusto clásico que está bajo su imagen y que reza: “Ella quien supo conservar la moderación en tiempos favorables, vuela en la boca de todos los hombres, adornada con las alabanzas de las hazañas de su gran marido.”
Bajo el carro triunfal del esposo se lee: “Aquel cuya fama imperecedera de las virtudes se proclama digno de sujetar el esceptro, a la par del más insigne de los caudillos, es llevado en grandioso triunfo.”

La prestigiosa Corte de los Urbino fue un importante centro de cultura humanista donde numerosos artistas  flamencos trabajaban para el duque. Piero Della Francescca, el autor de este díptico,  y también de importantes tratados teóricos, entre ellos uno sobre la perspectiva (“ de Prospectiva pingendi) fue uno de los más importantes pintores del Renacimiento italiano inicial.

Las fotos del artículo han sido realizadas por mi en la Galería Uffizzi. La fuente principal utilizada el la guía oficial de la misma galería.

Comentarios